El Museu Nacional se propone, con esta exposición, recuperar la figura de este pintor e ilustrador, poco conocido pero de sorprendente personalidad y trayectoria, nacido en Badalona en 1876. Sus primeros pasos en el mundo artístico están vinculados al entorno de Els 4 Gats, epicentro crucial del modernismo catalán. En este círculo, el artista conocería a los impulsores más veteranos de la modernidad y compartiría las aspiraciones de la emergente generación que les sucedería. En ese momento, se relaciona con Picasso, que entre 1899 y 1900 realiza tres retratos a carbón de Torent, y también con Carles Casagemas, Joaquim Mir y Hermen Anglada Camarasa.
Como otros artistas contemporáneos, Torent viajó a París a principios del nuevo siglo para establecerse allí. Había comenzado como ilustrador en las revistas catalanas más conocidas de la época (Luz, L’Esquella de la Torratxa o Hispania) y continuaría ejerciendo en París (L’Asiette au Beurre, La Vie Parisienne o Le Rire).
Aventurero por naturaleza, se instaló en Nueva York en 1914 y pronto se relacionó con círculos sociales hispanos y entidades filantrópicas cercanas a la masonería, organización a la que se vincularía estrechamente. A su regreso a Barcelona, a finales de 1919, el artista inauguraba un nuevo capítulo vital y profesional en su estudio de la plaza Medinaceli y como profesor de arte decorativo y dibujo.
En 1922, Torent adquirió una torre de defensa en Ibiza, la Torre d’en Rovira, ubicada en la localidad de Sant Josep. En este lugar instalaría su residencia de verano y dispondría un museo de vestigios arqueológicos y un caprichoso parque monumental que descubriría el lado más curioso y pintoresco del artista.